jueves, 3 de mayo de 2012

33

Desperté este 3 de mayo pensando en escribir algo sobre los 33 años del Grupo, pero Emilio, que se levanta más temprano, nos ha regalado  el texto que publicamos, sin pedirle permiso, en esta edición del blog del GNA.Esto va por Angelita Burgos, Sheyla Lopez, Edda Grullon, Nourys Bello y Fatima Karam, quienes tuvieron la valentía de admitir que terminaron su licenciatura universitaria pero que  le faltaban muchos conocimientos  que se propusieron llenar con un grupo de estudio que se convirtió primero en  Grupo Nueva Arquitectura (separado) y finalmente en Grupo Nuevarquitectura( todo corrido), un colectivo que ha realizado una labor de siembra continua, de estudios a profundidad, de criticas certeras y sobre todo de cultivar amistades que se han mantenido durante estos 33 años. Va tambien por Manuel Pujols, Rafi Lantigua  y por Cuquito Moré, que arrimaron el hombro en distintos momentos con el GNA y que han continuado empujando en el mismo sentido: mejorar nuestro ambiente construido. El Grupo se ha mantenido activo sobre todo en la celebración de las Bienales de Arquitectura de Santo Domingo, que instituímos en 1986, y, aunque algunos no lo crean, aun queda mucho GNA. 

OR 




















33 aniversario.

Emilio Brea

Ninguna persona, de las matriculadas actualmente como estudiantes en las diez universidades donde se imparte la carrera de arquitectura, había nacido cuando en las aulas del Departamento de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, cinco o seis estudiantes “de término” se reunieron y formaron el Grupo Nueva Arquitectura. La insatisfacción doctrinal fue el principal motivo.
Ahora bien, puede haber quien, cual prehistórico universitario, aún permanezca dentro de uno de esos recintos viviendo del carnet… Pero “la edad de Cristo” es mucho tiempo como para considerar que nadie pueda estar desde entonces ni mucho menos desde antes, aunque sea cambiando de cursos y carreras, puesto que visto a la inversa, la gente que hacía vida pública, en todas las facetas, desde lo político hasta lo artístico e incluso deportivo, religioso o social, tampoco queda nadie activa porque todas se marcharon inexorablemente al cumplir el ciclo vital de paso por la vida con que se nos regala la existencia.
Ese tiempo de 33 años no es poca cosa. Miles de profesionales de la arquitectura salieron exhibiendo sus diplomas. Glorificado por la historia religiosa como el tiempo de Jesús en la tierra, hay quienes (2 mil años más tarde) lo podemos mirar retrospectivamente extrayendo aleccionadoras lecturas que sin haber sido escritas, gravitan sobre nuestras personalidades porque fueron forjadas en los duros años formativos de finales de la década del ’70 del siglo pasado. Quien esto escribe no había llegado a los 30 años y sin embargo ya había visto partir sin retorno a familiares y amigos, algunos en paz relativa, a otros en desafortunadas situaciones de violencia extrema; conocía acontecimientos señeros y sucesos espeluznantes. En la medida en que mas aprendía mas sufría (el hambre, las guerras, las epidemias, las riquezas, los desequilibrios, las indolencias…) Pero había que sobrevivir.
Y en ese marco ambiental cambiaron las riendas gubernamentales del poder político en República Dominicana. Se inició el proceso de democratización y el sector privado que poseía el capital, asumió su papel de agiotista presionando escaladas de precios en carburantes y energía. El tercero de los últimos tres Papas seleccionados por la iglesia católica visitó por primera vez el país pero la naturaleza envió mas tarde al pavoroso Huracán David, a la Tormenta Federico y a la fiebre porcina africana; las noticias sobre la locura de Guyana, en el año anterior, provocaba reflexiones sin respuestas mientras el mundo se revolcaba en cambios y complicaciones de un extremo a otro.
Y aún así, en Santo Domingo había gente concentrada en sus clases universitarias, con insatisfacciones crecientes al tenor de crear, en apariencia inadvertidamente, un mini organismo de estudio que casi surgiendo se hizo embrionario de un proceso que ha tenido muchas altas, pero igual muchas bajas. Todas en beneficio de la arquitectura dominicana.
Me hicieron parte de ello dos años más tarde, en 1981, cuando Omar Rancier mi invitó a unirme a esa célula secreta de terrorismo intelectual urbano arquitectónico, y aunque ya conocía a Edda Grullón (en San Francisco de Macorís), tuve el honor de conocer entonces a Sheila López, a Ángela Burgos, a Nouris Bello, a Manuel Pujols, a Raffi Lantigua y con el tiempo a otras y otros que sumaron muchos, en un tráfago inusitado que no disminuyó hasta mediados de 1995… Fueron los años de “Las Hojas de Arquitectura” en El Nuevo Diario; la efímera “Sala Permanente de Arquitectura” en la otrora Galería de Arte Moderno; el debate sobre la demolición del Hotel Jaragua; las declaraciones oficiales del Día del Urbanismo Dominicano (4 de agosto) y de la Arquitectura Dominicana (3 de noviembre); las Bienales de Arquitectura (desde 1986); los Encuentros de Urbanismo y Arquitectura en Las Antillas (desde 1989); los intercambios internacionales (que todavía se mantienen -1996/2009- aunque con otras tónicas); la fugaz historia de “Arquivox”; el tema del antiguo Pabellón de Venezuela (desde 1989-1995-2001 y siguientes…); la creación de la SARD (en 1994) y las derivaciones propias del forcejeo paternalista por liderar, contra viento y marea, esta iniciativa.
Hoy, 33 años más tarde, quiero AGRADECER -en mayúsculas siderales-, aquella invitación otoñal de finales del ‘81 que me hiciera Omar aclarando que son 31 años los que he estado ligado al GNA. Y quiero AGRADECER (en iguales mayúsculas) el afecto cosechado con el resto del grupo. Además quiero pedir perdón por mis posibles desafueros durante todos esos años, como igual me disculpo con los que de alguna manera u otra, se sintieron lastimados por la manera de escribir y decir las cosas que Dios puso en mi espíritu, expiando culpas históricas y hereditarias, pero sin intención de hacer daño.
Como esos años suman “la edad de Cristo”, crucifico el recuerdo de mis pasiones en el calvario de la ignorancia que fuimos combatiendo con el evangelio de la crítica arquitectónica y urbana, con la palabra comprometida en el estudio de la arquitectura dominicana; con la enseñanza en la que (particularmente) dejé 25 años de mi vida aprendiendo a reconocer ignorancias propias y ajenas, y captando la intransferible reciedumbre de fortalecer una conciencia ciudadana para divulgar y difundir lo escasamente aprendido…
Y a ellas, las reales fundadoras, mis respetos de siempre… 



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