Una de las entradas mas interesantes del concurso del Faro a Colón, convocado en 1927 y extrañamente ausente de las historiografías oficiales de la arquitectura occidental, donde se presentaron 455 proyectos, de arquitectos de 48 países, que remitieron, y se expusieron en la exposición de 1929 en el Buen Retiro de Madrid, 2,600 dibujos ( Brea.2006), fue la de los soviéticos, que enviaron 27 propuestas y entre ellas aparecen dos de los grandes arquitectos constructivistas, Melnikov y Leonidov, con dos propuestas totalmente novedosas, tanto que el relator del concurso, Abert Kinsley, decía que las propuestas soviéticas estaban "...muy lejos de las mantillas y la música de las guitarras”. En este trabajo Emilio plantea lo que llama una "estadia subliminal” en la República Dominicana de uno de los mas destacados y sistemáticamente olvidado, arquitecto constructivista: Ivan I. Leonidov.
OR
La subliminal estadía de Leonidov en RD
Emilio Brea. 2012.
Sin haber venido nunca a República Dominicana, el estudiante
ruso Ivan Ilich Leonidov (Иван Ильич Леонидов, Vlassika, Rusia, 1902 - Moscú, 1959), elaboró
un mensaje de extrema y aparente simplicidad formal, para comunicar al través
de las formas y los espacios, significando su percepción de un “organismo
vivo”’ como monumento a que importantizaba el acontecimiento y al hombre como
su realizador, en lo que fuera su proyecto, siendo aún estudiante, del concurso
Pro Faro a Colón(1928-1929-1931) en sus dos etapas. No fue, como se ha creído, su proyecto de
tesis o final de carrera, pero si ha de haber sido el más famoso de la historia
contemporánea dada la difusión que tuvo como estandarte del nuevo código
ideológico de los soviéticos (el constructivismo) en el campo artístico
cultural. Y ciertamente que sí, puesto que ha sido promocionado en todos los
libros de Historia de la Arquitectura Moderna.
Las siguientes ilustraciones pretenden describir,
esquemáticamente, las singularidades del proyecto, en donde la mecánica de
moda, con los vuelos en dirigible, concitaba la atención de los más visionarios
(y pensar que se quedaron muy cortos…) El globo sustituye al dirigible pero la
parafernalia es ostensiblemente evidente en su pretensión de comunicar. En el
Proyecto para Santo Domingo (todavía la
capital no cambiaba de nombre), Leonidov se presenta como uno de los iniciadores de la "arquitectura
de la información" y no propone un monumento tradicional, sino, como ya se
escribió arriba, un "organismo vivo" que proclama al mundo la
importancia del acontecimiento y del hombre. ¿Cómo
lo hizo? Ahí estriba la singularidad de su propuesta. Colón viajo en una Nao
escoltada por dos Carabelas y Leonidov, fiel a su compromiso con el futuro, no
al pasado, recurre a lo moderno como imagen de viaje…
Obviamente esta es una
interpretación y el proyecto se puede prestar para otras interpretaciones.
Aunque soy de los que cree que no existe el arte abstracto, hay en este
proyecto una abstracción que solo la mente joven y provocadora de Leonidov pudo
haber concebido. Los siguientes párrafos han sido extractados de un
enciclopedia virtual:
“Hijo de campesinos, trabajó como obrero en la
industria marina en Petrogrado (San Petersburgo) desde 1914 hasta 1917, donde
mostró su talento para el diseño. Enviado a Moscú, tras una breve formación en
el Taller libre de las Artes en Tver, Ivan Leonidov estudió hasta 1927 en los
Vchutemas-Vchutein (Talleres Superiores de Arte y Técnica), primero pintura y
más tarde arquitectura en el taller de los hermanos Alejandro, Víctor y
Leónidas Vesnin. Su proyecto de pre-titulación para la imprenta del diario
Izvestia muestra la influencia del joven constructivismo de sus mentores.
Leonidov presenta su Proyecto Fin de Carrera con una propuesta para el
Instituto de Ciencias Biográficas, más conocido como Instituto Lenin (1927) que
sigue siendo la referencia de su primer periodo constructivista. Este proyecto
fue presentado en la primera exposición de Arquitectura de Moscú en 1927,
siendo publicado en las principales revistas especializadas de la Unión Soviética,
incluida la Revista Constructivista (Sovremennaya
Arkhitektura -SA-), promovida por OSA (Asociación Contemporánea de Arquitectos). Aunque poco
realista, este proyecto refleja algunos de los principios destacados por las
teorías de Naum Gabo y Antonie Pevsner con el Manifiesto Realista, que en 1920
propusieron sus ideas del constructivismo, recibiendo la adhesión de Vladimir
Tatlin, Malevich y Lissitzky”.
Enseguida, la apreciación de un arquitecto interesado en el
tema: “El Instituto Lenin muestra cómo un
muchacho que está terminando sus estudios es capaz de resolver con un golpe de
genio las eternas desavenencias programáticas entre las dos corrientes
arquitectónicas modernas principales en la URSS: la ASNOVA y la OSA. La primera
era más formal y plástica, y la segunda más funcional e ideológica. El
extraordinario proyecto de Leonidov es una potente obra formal, y al mismo
tiempo propone un programa sólido y exacto”. (José Ramón Hernández Correa
en su Blog Arquitectamos locos@gmail.com, que
para más señas me luce español)
En realidad los modelos de pensamiento de quienes eran
profesionales de la arquitectura en la antigua CCCP o URSS, estaban asimilados
a las facciones ideológicas de la ASNOVA
(Asociación de Nuevos Arquitectos, fundada por Ladovskij en 1923), la OSA (Asociación de Arquitectos
Contemporáneos, surgida por iniciativa de Vesnin, Ginzburg, Burov, Krasilnikov
y otros, en 1925 y posteriormente convertida en Seccional de Arquitectos de la
Construcción Socialistas -SASS-) y
la VOPRA (Asociación de Arquitectos
Proletarios de Rusia), aparentemente encontradas en la metodología política,
aunque no en la finalidad. También existió la MAO (Asociación Moscovita de Arquitectos) y en la relación acotada
en la Biblioteca Colombina se registra un grupo como adscrito a la VOKS, siglas que no aparecen referidas
como entidad alguna en el libro "La Arquitectura en la U.R.S.S. 1917-1936"
donde Vittorio De Feo escruta la
gestión laboral asociada a las influencias políticas e ideológicas de ese
momento en la ahora ex Unión Soviética. ("Editora Alianza Forma", 1963).
Ivan Illich Leonidov fue uno de los más prestigiosos
participantes por la parte soviética. Tenía 26 años. En el texto que le dedican
P. A. Aleksandrov y S. O. Chan-Agomedov (Revista BIS, edición No. 9, septiembre
1975), Oriol Bohigas que hace la reseña, escribe:
"Las dos variantes
para el proyecto de Club Social (1928) y el proyecto para el concurso del
Monumento a Colón en la República Dominicana (1929) están en línea parecida.
Pero en ellos la polémica del contenido se hace más radical. La forma se
explica aquí como contenedora de nuevas funciones: el monumento se convierte en
un centro histórico-cultural, en un museo, en una incitación al uso optimista
de la tecnología en lo simbólico y lo constructivo como homenaje al gran
descubridor" (Sic, pág. 3).
Citando de nuevo a José Ramón Hernández Correa: “Un proyecto fin de carrera es un ejercicio escolar que no está llamado a ser construido. Lo que no sabía entonces el brillante Leonidov es que jamás se iba a construir ninguno de sus magníficos proyectos. Edificios de todo tipo, planes urbanísticos, propuestas urbanas... Todo era provocador y poderoso. Todo se publicaba y daba la vuelta al mundo, pero no se construía.” Fin de la cita. Pero insistimos, Leonidov no se hace famoso con su proyecto de fin de carrera… Eso ocurrió con el que intentó participar en el Concurso del Faro a Colón. El de fin de carrera fue el del Instituto Lenín…
Lo cierto es que el carisma y la personalidad de Iván IllichLeonidov (que creo se puede captar en esta foto en la que su mirada denuncia una especie de picardía) le granjeó afectos y desafectos, admiraciones y envidias, lo cual es muy entendible (pero no aceptable) en medios profesionales muy competitivos como los que se viven en los países emergentes y no emergentes. Es evidente que por su lado, Leonidov tenía sus admirados y siempre se ha dicho que en él siempre ejerció alguna poderosa influencia el suizo francés Le Corbusier, incluso se ha escrito que Le Corbusier admiraba a Leonidov. Puede haber sido, aunque ya con el tiempo de por medio es muy difícil saber a ciencia cierta si fue o no cierta esa admiración mutua. Y hasta se han tejido fantasiosas alusiones y leyendas de aquellos tiempos, como la que dice que cuando Le Corbu estuvo en Moscú para el concurso del Palacio de los Soviets preguntó si Leonidov participaba. Al contestarle que no dicen que se dio por ganador. Pero no fue así. El jurado compuesto por 54 personas y 70 expertos como asesores, y para colmo, presidido por Joseph Stalin, dio el premio a un edificio de totalitario de Borís Iofan, de 415 metros de altura que debía convertirse en el más alto del mundo, y en su cima se colocaría una estatua de Lenin de 100 metros. Quienes han estudiado la arquitectura de la antigua URSS coinciden en señalar que allí empezó a entrar en trance el desarrollo de la arquitectura moderna en Rusia.
Y a partir de ese momento Leonidov empezó a declinar porque ya
no podía proponer sus osadías, ni él ni nadie que no fuera tradicional, neo
clasicista, porque entonces eran vistos como contra revolucionarios e
individualistas. Por eso nunca se construyó nada de Leonidov y ni siquiera participó
directamente en el Concurso del Faro a Colón. Apenas se propuso participar y
diseñó su propuesta pero sólo para archivarla.
Y así viajó de incognito y fantasmal, o subliminalmente, a la
tierra antillana donde se construiría el Faro que le llamó la atención como
elemento de exaltación conmemorativo del acontecimiento y el personaje.
Entonces la vida empezó a
masacrarlo y lo fue diezmando. Noten los cambios en su rostro, que de
aparentemente pícaro, pasó a reflejar dudas o temores y luego un resentimiento
que lo puso al borde del abismo en donde cayó el mismo año en que desembarcaron
en República Dominicana los patriotas de junio.
Emilio Brea.